Este jueves 31 de julio amanecimos con la noticia del fin de la emisora HJCK, luego de 75 años al aire, primero como frecuencia análoga AM (1950–1981), luego FM (1977–2005) y finalmente como transmisión digital. La emisora, a pesar de la influencia corporativa de los Santo Domingo, destacaba la cultura y escuchaba a las voces literarias más destacadas de la época. Una emisora con historia que no encontró un negocio rentable.
Por: Dédnier Rivera, periodista.
Culpar al público por dejar de escuchar música clásica o entrevistas literarias fascinantes en un gran error. Esa música y esas entrevistas actualmente abundan en internet. Al igual que culpar a los directivos por sostener un modelo antiguo también es cuestionable, lo que sí debería despertarnos es una reflexión colectiva sobre los nuevos consumos culturales.
Por un lado, nuestro cerebro es invadido a diario con contenido instantáneo que pocas veces nos permite digerir información completa y por el otro, la creciente necesidad de los creadores de contenido a ser moldeados por métricas que promueven la banalidad y el sensacionalismo. Un problema reciente y excitante.
El experimento
Hace unos días realicé un experimento con mis cuentas de Instagram, moldeé una con contenido llamativo, con perfiles populares de memes y medios amarillistas. Luego, la segunda cuenta, la orienté a contenido educativo, humor blanco y medios clasudos como NYT y la BBC. Alimentar las dos cuentas me tomó unas tres semanas pero el resultado ya es muy fácil de diferenciar.
Estar en la segunda cuenta es efectivamente más aburrido, tedioso leer y a veces me daba ansiedad por pasar a la primera cuenta. En esa cuenta “aburrida” el tiempo pasa más lento de lo habitual y la tentación de hacer scrolling se vuelve más urgente, pero con el tiempo, curiosamente, me permitió tener un estado de ánimo calmado, procesar mejor la información e incluso me servía de inspiración para ir a googlear un tema interesante.
Pero… estar en la primera cuenta es una experiencia completamente diferente, el tiempo pasa rápido, las emociones saltan de la felicidad a la tristeza en cuestión de segundos y la adicción es evidente. Esa liberación absurda de dopamina es realmente excitante, ver un meme muy chistoso y luego ver un video de una injusticia en un aeropuerto me hizo pasar rápidamente a la indignación, incluso, no aguanté las ganas de dejar un comentario manifestando mi descontento con la situación – Avianca es una m*rda, jamás viajen en esa aerolínea – escribí casi que sin pensar, me salió del alma. Después, pasé a otro meme chistoso que compartí a todos mis amigos cercanos con el afable – JAJAJAJAJA -.
La dualidad de las cuentas me permitió entender de primera mano cómo funciona el algoritmo y cómo nos impone un consumo cultural que claramente es diferente al de hace 30 años.
El negocio debe estar a la vanguardia.
“La época de antes era mejor”, esa frase cliché que muchos mencionan es parte del problema. Pensar en la nostalgia para justificar un fracaso es claramente lo que le pasó a HJCK, a pesar de intentar en nuevos formatos como los podcast en Spotify y artículos muy buenos en su portal web, no fue suficiente para estar “al día”.
Los medios de comunicación, antiguos y nuevos, deben darle la pelea al algoritmo, crear contenidos llamativos y culturalmente ricos, fáciles de digerir. Si el contenido corto vertical es la mejor forma de competir, hay que hacerlo. HJCK debió declinar su apuesta de transmisión digital con programación tradicional y focalizarse en los nuevos formatos, quizá con menos personal y menor inversión, así, quizá estaría por más tiempo.
Por ahora, dejando los lamentos, como colombianos deberíamos respaldar la decisión de los directivos de HJCK, que aunque dura, entendible. De la misma forma, impulsarlos a divulgar todo el contenido histórico y dejarlo accesible, porque en su archivo hay material exquisito e importante para la historia cultural de nuestro país.